¿Japón está al borde de una crisis económica?

La comparación salió de labios del propio primer ministro de Japón. Durante una sesión parlamentaria el lunes, Shigeru Ishiba lanzó una advertencia que resonó en los pasillos del Ministerio de Finanzas y en los mercados de bonos:
"La situación fiscal de nuestro país es, sin duda, extremadamente precaria, peor que la de Grecia".
El comentario —un reconocimiento público de la fragilidad económica japonesa— llega cuando la deuda pública asciende al 234.9 % del PIB y los rendimientos de los bonos a largo plazo alcanzan máximos de dos décadas. Ishiba, un autoproclamado halcón fiscal, rechazó tajantemente las propuestas de la oposición de financiar recortes tributarios con nueva emisión de deuda.
“No podemos estar de acuerdo con la idea de reducir los impuestos y cubrir el déficit de ingresos resultante con bonos del gobierno”, subrayó.
¿Cómo pasó de los 'Abenomics' al 'Ishiba-shock'?
- Déficit estructural: Japón destinará cerca de un cuarto de su presupuesto inicial a pagar intereses y amortizaciones, según el Fondo Monetario Internacional.
- Deuda externa: a diferencia de Grecia, la mayor parte de los bonos soberanos está en manos nacionales, pero los rendimientos a 40 años superaron esta semana el 2.4 %, encareciendo el servicio.
- PIB en contracción: la economía se encogió un 0,7 % entre enero y marzo, muy por encima de la caída del 0.2 % que pronosticaba el mercado.
“Japón está experimentando una subida de las tasas de interés y su situación fiscal no es buena”, reiteró Ishiba ante los diputados. “Si bien los ingresos fiscales están aumentando, los costes de la asistencia social también lo están haciendo”.
Con una población que envejece —casi un tercio de los japoneses supera los 65 años— los gastos médicos y de pensiones suben con rapidez.
¿Una paradoja de acreedor endeudado?
Aunque la ratio deuda/PIB supera con holgura la que condujo a Atenas al rescate europeo de 2010, Japón ha evitado una crisis gracias a su domicilio deudor: la mayor parte de los bonos está en carteras domésticas y el Banco de Japón mantiene un balance inflado tras años de control de la curva de rendimientos. Esa característica ha permitido a Tokio financiarse a tipos cercanos a cero durante décadas.
Sin embargo, el Banco de Japón abandonó la política de tipos negativos el año pasado y ha encadenado alzas graduales ante una inflación desconocida desde los años 1990.
Ishiba lo dijo sin rodeos: “Es importante reconocer los peligros de una sociedad y un mundo con tasas de interés”.
El endurecimiento monetario coincide con otro dato paradójico: Japón es el mayor acreedor extranjero de Estados Unidos, con 1.13 billones de dólares en bonos del Tesoro. Esa cartera equivale a una cuarta parte de su PIB y le otorga influencia sobre los mercados globales, pero también expone a Tokio a pérdidas de capital si las tasas estadunidenses continúan al alza.
¿Japón puede terminar como Grecia... por Trump?
La gran diferencia es la capacidad de emisión monetaria: Atenas renunció a su dracma en 2001 para adoptar el euro y no pudo devaluar ni mandar al BCE comprar su deuda. Tokio, en cambio, puede recurrir al Banco de Japón —que ya posee casi la mitad de los bonos en circulación— y dejar caer la divisa si es necesario. Esa potestad, junto con el ahorro doméstico, ha contenido la presión de los mercados.
Pero los economistas alertan de que el margen se reduce a medida que los tipos suben y el yen se deprecia. “La economía japonesa carece de un motor de crecimiento dada la debilidad de las exportaciones y el consumo. Es muy vulnerable a impactos como los aranceles de Trump”, advirtió Yoshiki Shinke, economista ejecutivo sénior de Dai-ichi Life Research Institute, consultado por el portal Firstpost.
La vulnerabilidad exterior se agrava por la política comercial de Washington.
El 2 de abril, el presidente Donald Trump anunció aranceles “recíprocos” del 24% a las importaciones japonesas si no se renegocia un acuerdo antes de julio.
Para una economía dependiente del automóvil, la amenaza es seria. “Imponer aranceles a Japón es menos doloroso para Estados Unidos que hacerlo con China […] EE.UU. no tiene gran incentivo para un acuerdo rápido”, valoró Takahide Kiuchi, del Nomura Research Institute a Firstpost.
Recapitulemos...
- ¿Puede Japón quebrar como Grecia? Es menos probable: la deuda está en manos locales y el BOJ puede comprar bonos, pero el riesgo de recesión y costos de intereses al alza es real.
- ¿Por qué Ishiba rechaza recortes tributarios? Porque necesitaría emitir más bonos justo cuando los rendimientos suben y el ratio deuda/PIB ya roza 250 %.
- ¿Qué pasa si los aranceles de Estados Unidos entran en vigor? Presionarían a la industria automotriz, reducirían exportaciones y agravarían la contracción del PIB.
- ¿Cómo influye el envejecimiento? Dispara el gasto sanitario y de pensiones, elevando el déficit estructural.
- ¿El yen débil ayuda o perjudica? Mejora la competitividad de exportadores, pero encarece importaciones y puede erosionar la confianza de los tenedores de deuda.
Entonces, Japón podría entrar en recesión
Sí es posible. Los analistas de BNP Paribas estiman que “no se puede descartar la posibilidad de que la economía entre en recesión” si la presión arancelaria se materializa. El consumo privado —más de la mitad del PIB— se estanca y el capital fija el paso a la espera de claridad fiscal.
Ishiba insiste en la disciplina: su gabinete prepara recortes selectivos en subsidios y discute la subida paulatina del impuesto al consumo del 10 % actual hasta el 15 % en 2027, una medida políticamente arriesgada antes de los comicios de julio. Pero la alternativa —más deuda— amenaza con validar su propia profecía.
Con información de Excélsior.