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Sismo los volvió aún más vulnerables; a un mes, damnificados siguen en la zozobra

Reportajes, Sismo, Zozobra, Vulnerables

Al menos 41 capitalinos que perdieron sus casas siguen viviendo en Hogar CDMX, un espacio que atiende a personas en situación de calle y que abrió sus puertas a afectados por el temblor    


En segundos, el sismo del pasado 19 de septiembre destruyó el refugio que, escapando de la violencia, una familia de centroamericanos había encontrado por fin en México; dejó sin asilo a 15 jóvenes y adultos con deficiencia mental, internados por sus familias, y  echó a la calle a ancianos que vivieron en la misma casa por más de  50 años.

 

Ya eran vulnerables antes de la tragedia, sólo que, encima, ahora se quedaron sin hogar.

 

Ha sido un mes de zozobra diaria para las familias que no han vuelto a casa y que en realidad  no  saben si  volverán. 

 

Hoy, todavía algunos  viven en el Hogar CDMX, un espacio que apoya a personas en situación de que calle, habilitado para recibir a  damnificados por el sismo de hace un mes, que derrumbó sueños y  aniquiló patrimonios de toda una vida, empujando a miles a empezar de cero.

 

“Es una tragedia que no termina, ya no duermo en la noche,  en un ratito a uno le cambia la vida; primero el temblor, luego nos evacuan, mi madre enferma y muere mi sobrinita, eso es lo que más me duele”,  expresó José Arzamendi, quien vivía con su mamá, de 81 años, en el quinto piso del edificio contiguo al que colapsó en el Multifamiliar de Tlalpan.

 

Jimena, la hija de su sobrino, una pequeñita de seis años, quedó atrapada entre los escombros junto con su hermano Julián, en el edificio del Multifamiliar derrumbado.

 

“Ese día no fueron a la escuela ella y el hermanito, que tenía 11 años, y los dos murieron, un día antes la acababa de ver en un Internet que hay en el unidad, traía una estrellita en la frente, me la presumió y yo le dije ‘ah, mi niña aplicada’; iba con su hermano, compraron unas estampitas y ya para irse me dio un beso, me dice ‘adiós, tío’; ‘adiós, hija’, le digo, y al otro día le cayó el edificio encima”, recordó.

 

Todavía no puede recuperarse de ese duro golpe, y encima debe lidiar con la desolación de su mamá, de 81 años, enferma de diabetes, que perdió la casa en la que había vivido desde hace medio siglo.

 

“Ella está muy triste por su casita, porque ahí se casó con mi papá, ahí nací yo, pero pues no podemos hacer nada; nos dicen que falta el dictamen, y allá siguen todas nuestras cosas, nos salimos sin nada”, explicó José.

 

Para mantenerse, este hombre de 57 años  se dedica a la venta de camarón de Sinaloa, pero hasta eso ha dejado de hacer durante este tiempo, porque debe cuidar  a su mamá.

 

“Son días muy difíciles,  ya un mes sin trabajar se resiente, pero tampoco puedo dejar a mi mamá sola, es una persona ya grande, con diabetes, que ya no ve bien, y que todavía cuando salimos del edificio se cayó y se lastimó las rodillas; todavía no sé qué va a pasar”, admitió. 

 

Marisol, de 34 años, quien se hace cargo de su  mamá de 72 y su tía de 77, también vive en  incertidumbre constante desde que tuvo que desalojar su departamento, ubicado en la calle Matamoros número 106, en la colonia Morelos.

 

Temerosa por la salud de sus dos madres, como las llama, llegaron a las 7 de la mañana del 20 de septiembre al Hogar CDMX y desde entonces no se han ido.

 

“Todavía no hay un dictamen del edificio, y la verdad es que se cimbra muchísimo, somos 40 familias y hay algunas ya  viviendo ahí, pero yo  decidí que no iba arriesgar a mi mamá y a mi tía a  que estén en  un estrés constante, porque una es hipertensa y la otra tuvo un accidente isquémico transitorio, así que dije ‘vámonos’,  agarré un poco de ropa y cosas para la higiene personal, y nos salimos”, relató.

 

A pesar de su miedo, Marisol  procura que su mamá y su tía estén tranquilas, mientras ella   se las arregla para ver qué van a hacer.

 

“Estoy en una zozobra diaria de si va Protección Civil, qué nos dice, si van a demoler, si no van a demoler, que espero que no, que sólo lo arreglen, pero no nos dicen ni una cosa ni otra, entonces es una incertidumbre terrible, más cuando se extraña tanto el hogar”, confesó.

 

La angustia también consume a la familia de Alfredo, que junto con su esposa Aurora y su hija Gaby huyó de la violencia en El Salvador, su país de origen, donde los balacearon por no pagar derecho de piso.

 

La pareja, con debilidad visual, y su hija llegaron a México hace tres años, como refugiados. Estuvieron en Chiapas y luego se trasladaron a la Ciudad de México.

 

“La historia de nosotros está como sacada de película, por todo lo que nos ha pasado, primero tenemos que irnos  de nuestro país y luego llegando acá ha sido difícil encontrar trabajo, nos vamos a la calle a vender cosas y después sucede que viene este sismo que nos deja otra vez a la deriva”, externó Aurora, salvadoreña de 30 años.

 

En la colonia Roma Sur la familia de salvadoreños había conseguido que les prestaran una bodega para dormir, pero el sismo acabó también con ese refugio.

 

“Teníamos ya unos seis meses ahí, nospreocupa que se quedaron todos nuestros papeles, nuestros documentos de migración, pero ya no pudimos pasar, porque nos dijeron que era muy peligroso”, contó Alfredo.

 

Quienes tampoco han podido  volver a su hogar son  los jóvenes y adultos con discapacidad mental internados en la Guardería Amanecer, ubicada en la calle de Yácatas, número 390, a sólo unos pasos de donde colapsó el edificio, en la esquina con Concepción Béistegui.

 

“El mismo día del sismo  empezamos a recibir personas, los primeros que llegaron fueron unos jóvenes con discapacidad severa de la Guardería Amanecer, primero  llegaron nueve y luego 15 en total, todavía están con nosotros, esperando que les den luz verde para que entren a su guardería, porque sí la extrañan”, detalló Angélica  Sánchez Dávila, encargada de Hogar CDMX.

 

Ese 19 de septiembre también llegó una familia de tres integrantes, papá, mamá e hija, con un hámster; un día después, los salvadoreños y   Marisol, con su mamá y su tía; diez días más tarde José Arzamendi y su mamá, de 81 años.

 

En total, Hogar CDMX recibió a 54 damnificados del sismo. Hoy, 41 todavía permanecen en este sitio, con la vida en vilo.

 

Siguen acampando frente a su edificio

 

En plena vía pública, sobre la avenida Zapata, todavía permanece la guardia de vecinos que vigila las 24 horas del día el edificio de 114 departamentos ubicado en Emiliano Zapata 252, al que no han podido volver desde el sismo.

 

A sus 72 años, Herminia Trujillo, propietaria del departamento 313 de la torre C, del complejo integrado por tres torres, ha pasado prácticamente 300 horas a los pies de su hogar, en espera de un dictamen final que establezca el futuro del inmueble donde vive desde hace 18 años.

 

Sin embargo, después de 30 días sigue sin respuestas, porque mientras algunos ingenieros dicen que no está tan dañado y sólo basta con apuntalar algunas estructuras, otros opinan que, de plano,  hay que demoler el edificio.

 

“Lo que queremos ya es que nos den un dictamen estructural para ver qué es lo que vamos a hacer, es nuestro único patrimonio”, demandó Herminia, quien a diario llega al campamento, a las 9 de la mañana, para cubrir sus dos horas de  vigilancia, aunque se termina yendo hasta las siete de la noche.

 

“Es un golpe tremendo lo que nos pasó, somos muchas personas de la tercera edad, así que, cuando una llora, la  otra saca el mando, muchos están con sus familiares, primos, otros con vecinos, pero también algunos en albergues y es muy difícil la situación que todavía vivimos a un mes“, expresó la señora, quien por ahora vive con la familia del novio de su hija.

Con información de Excélsior.

Tags: sismo,, Reportajes, , Vulnerables,

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