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¿Se puede entrenar el cerebro para ser feliz?

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Numerosos trabajos de investigación en psicología han explorado nuestra capacidad para ser felices y coinciden en una serie de variables que aumentan nuestra sensación de bienestar.

¿Quién no quiere ser feliz? La búsqueda de la felicidad es una inquietud legítima de todos los seres humanos, y desde la antigüedad ha habido muchos pensadores y filósofos que han reflexionado sobre este tema. Se trata, sin embargo, de una cuestión peliaguda, para empezar porque el concepto de felicidad es difuso y ha sido abordado desde muchas disciplinas. Por ejemplo, a nivel de políticas públicas existe un interés creciente en desarrollar métodos que permitan medir el bienestar de los ciudadanos, y Naciones Unidas publica cada año un informe que ordena los países en función del índice global de felicidad.

 

A nivel personal, a todos nos gustaría ser un poco más felices en nuestro día a día pero, paradójicamente, la búsqueda incesante de felicidad entendida por placer inmediato puede tener el efecto contrario. “Viktor Frankl, que fue un psiquiatra que inició la logoterapia, proponía que la felicidad tiene más que ver con el propósito o sentido que cada quien le da a su vida”, nos explica la directora del Centro de Psicología RNCR e investigadora en la Universidad Internacional de Valencia Fátima Servián. “Es una definición genérica que se puede adaptar a cada persona y que tiene más que ver con el bienestar subjetivo”.

 

Numerosos estudios de investigación en psicología han ahondado más en el bienestar subjetivo, que se puede definir, como nos explica la experta, por la forma que tenemos de experimentar tres estados mentales distintos: el afecto negativo, el afecto positivo y las evaluaciones de satisfacción con la vida. “Para sobrevivir y adaptarse al entorno, el ser humano necesita experimentar emociones displacenteras, estos son los afectos negativos. Existen determinados momentos en la vida, como en el duelo, en los que son necesarios”, indica la investigadora. “El problema surge cuando experimentamos afectos negativos que no son necesarios, por ejemplo una persona con ansiedad generalizada está continuamente anticipándose a posibles peligros o problemas, y ese afecto negativo no es adaptativo sino desregulador”.

 

En la otra cara tenemos los afectos positivos que, como nos recuerda Servián, también pueden ser adaptadores o desreguladores. “Esto es muy importante, porque no porque sea positivo va a ser bueno. Por ejemplo, durante la pérdida de un ser querido no es normal experimentar afectos positivos, si eso sucede la persona está desregulada”.

 

En último lugar, las evaluaciones de satisfacción con la vida tienen que ver con la percepción que tenemos sobre nosotros mismos y nuestro entorno y, evidentemente, si experimentamos más afectos positivos que negativos, nuestra evaluación vital será mejor. De todo esto se deduce que, muchas veces, la sensación de felicidad no depende tanto de que nos sucedan acontecimientos ‘buenos’ o ‘malos’ en nuestras vidas, sino de nuestra forma de enfrentarnos a ellos. En la vida nos suceden cosas que no podemos cambiar, y debemos aprender a aceptarlas, al igual que a encarar las que sí que tienen solución.

 

Si la felicidad tiene un componente subjetivo tan importante y no es 100 % dependiente de los sucesos que se produzcan en nuestro entorno, parece lógico preguntarse si es posible aprender a ser feliz. Servián nos explica que existen programas de entrenamiento del bienestar subjetivo orientados a potenciar variables psicosociales que todos tenemos en mayor o menor grado. Un artículo publicado hace pocos meses en la revista Frontiers in Psychology analizaba la efectividad de unos de estos programas que se basó, empleando técnicas como el mindfulness, en desarrollar virtudes y fortalezas como el equilibrio emocional, la autoconciencia o la solidaridad con uno mismo y con los demás. “Este artículo demuestra que, aunque no es fácil y requiere de mucho esfuerzo y constancia, podemos trabajar estas fortalezas que todos tenemos y potenciar nuestro bienestar subjetivo”.

 

Con información de Muy Interesante.


 

Tags: felicidad,, Cerebro,

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